«El archipiélago canario», de Inoue Enryō
(Nota: La adaptación de este ensayo responde únicamente al interés del traductor por determinadas materias o autores, ya sea de forma directa o indirecta.
Este texto se ha traducido de forma manual sin el uso de IA generativa).
La traducción presentada a continuación corresponde a un breve texto del filósofo japonés Inoue Enryō, que en 1912 registró su corta visita a la isla de La Palma durante uno de sus múltiples viajes por todo el mundo. Este fragmento en concreto se ha extraído del diario de su tercer viaje, en el que se recogen 95 entradas y cuatro apéndices, y de las cuales esta sería la número 55, dentro del capítulo 7, «Bitácora de la ruta transatlántica hacia Sudamérica».
Después de detenerse en puertos de Francia, España y Portugal, Inoue llega a La Palma en una escala previa a la isla de São Vicente (en Cabo Verde), rumbo a Sudamérica. Cuando su barco arriba al puerto de Santa Cruz de la Palma, Inoue redacta sus observaciones respecto a lo que ve allí. Compone, también, breves poemas en base a lo que le inspiran sus experiencias, con aclaraciones propias sobre el significado de los versos.
«Vista de la ciudad desde la playa», 1900-1905, Colección JOSÉ A. PÉREZ CRUZ.
55. El archipiélago canario
Levamos anclas a las cuatro de la tarde. Ya en altamar, una brisa agradable nos acompaña y evita que el calor se haga presente. Por la noche, el reflejo de la luna llena nos alcanza desde el horizonte, en una belleza que resulta trascendental y que conmovería a quien la observara. En momentos así, resulta imposible no echar de menos el hogar.
«Fervor del periplo, emociones opuestas:
Bajo el plenilunio, altamar y mal de tierra.
Céfiro otoñal, círculos en la noche.
Salud al poniente, en aras de la dicha».
(Aunque este viaje me entusiasma sobremanera, reconozco aún que mis sentimientos penden en vaivén entre la calidez y la frialdad, tanto más si presencio la luna llena, en cuyo caso me embriaga una profunda añoranza. Esta misma noche, bajo el rumor de la brisa otoñal, encontraré un lugar propicio donde sentarme y brindar de cara al oeste para rezar por una larga vida).
Domingo, 3 de septiembre:
Está despejado. Durante todo el día solo hemos visto mar. No hemos divisado nada más por los cuatro costados. Cuando se hace de noche, disfruto de la belleza de la luna llena.
Foto de satélite de Hachijōjima, en Japón.
Fotos de satélite de la isla de La Palma, en Canarias.
Lunes, 4 de septiembre:
Llueve. Durante toda la mañana hemos oído varios truenos y ha comenzado a llover de repente. En toda la mañana nos hemos encontrado con un único barco de vapor.
14:00: Hemos llegado al puerto de la isla de La Palma, una isla importante del archipiélago canario. Su forma es relativamente similar a la de Hachijōjima: un triángulo con zonas montañosas a ambos lados (más pequeñas por la parte este, y al contrario por la parte oeste) unidas entre sí por una planicie seca. Las ciudades de la isla también siguen esta misma división: la del levante es la ciudad portuaria, y la del poniente la principal. Las casas son, por lo general, de apenas un piso de alto. Aunque estamos en un territorio próximo a África, pertenece en realidad a España, y así se refleja por completo en sus pueblos. Una parte significativa de la población es de descendencia española, aunque también abundan aquellos de sangre mestiza. Su pelo es de color castaño oscuro y son un tanto más morenos que nosotros, los japoneses. Por otra parte, también hay población negra.
En esta isla se cultiva principalmente fruta, además de tabaco. Los vendedores cargan la mercancía en pequeños botes y se congregan después alrededor de nuestro barco. Exponen sus productos en la cubierta, entre los cuales también hay textiles, para comerciar con los demás pasajeros. Este continuo paseo, en el que cada posada envía barquitos de vapor a recoger a sus huéspedes, o bien desde los botes animan a los pasajeros a bajar a la costa, hace que el bullicio impere de forma inusual. Para cargar carbón, anclamos aquí el barco hasta las diez de la noche. Esta isla está a unos 1300 kilómetros de Lisboa y la temperatura es de unos 29 grados, así que no hace tanto calor como allí. Este es un destino turístico para los europeos que huyen de las temperaturas extremas. En lo alto de las montañas no crece vegetación, y todas las plantas que veo a lo largo de los caminos y en llano son tropicales. El puerto tiene forma de arco. A continuación dejo un par de descripciones:
«Planicie de arena abrazada por montañas.
Hogares congregados a la vera del mar.
Hogar, también, el que anhela quien observa
las olas romper en el Atlántico y más».
(Las montañas de ambas partes se unen por una llanura seca, y las casas se agolpan, unas tras otras, frente al mar y a lo largo del arco que dibuja el puerto.
¿Qué pasajero no pensaría en el hogar, al contemplar en solitud las olas que surgen en el océano Atlántico?).
«Isla solitaria entre bravo oleaje.
A la tarde, anclaje y cabos,
y cerca botes de fruta. A su paso,
pregones como ondas en el mar».
(Una isla aislada, en mitad de las grandes olas del mar, a la que el barco arribó pasado el mediodía.
Los botes de fruta recorren la costa, mientras los clamores de los vendedores se posan sobre las aguas).
Fuente: «Cincuenta mil millas por el hemisferio sur»,「南半球五萬哩」, de Inoue Enryō
Publicado por: Hinoeuma Shuppansha (丙午出版社) el 20 de agosto de 1917 (4ta edición).
Primera aparición: 10 de marzo de 1912
Transcripción: 門田裕志
Corrección: 仙酔ゑびす
Publicación en Aozora: 29 de agosto de 2011